Alejandro Aura

Mis poemas y otros escritos.

Más de nombres

Posted by aura en martes, 4 septiembre, 2007

Gabriela Zayas, siempre ponderada y sensata, aporta un elemento muy interesante a la discusión de ayer, acerca de los nombres propios en Venezuela, o en donde sea, porque ya vimos que en todas partes se cuecen habas. Nos pone como ejemplo el impronunciable nombre de una alumna nicaragüense cuyo padre le puso el abecedario al revés como palabra para llamarla. Una grossen putada, lo califica Gabriela. ¿Qué sería: zyxwvutsr…, y así? En tal caso -uno entre millones-, lo primero que hay que hacer es buscarle paliativo a esa pobre chiquita, llamándola algo así como zishbur, o zetita preciosa, y comenzar cuanto antes un juicio para cambiarse el nombre, y al padre darle una paliza colectiva en la plaza del pueblo, llenarlo de brea y emplumarlo, o mandarlo a un centro psiquiátrico si es que se trata de una comunidad no rural, o más organizada. Tampoco me parece que sea un asunto en que deban intervenir las leyes porque sería tanto como aceptar que hay que buscar un equilibrio entre la habitual maldad de los padres y el nombre de los hijos por medio del efecto igualador de la justicia. Y creo que, salvo excepciones que pueden ser bárbaras como ésta, no es así.

Cuando los padres dan nombre a los hijos expresan intenciones muy profundas que tienen que ver con la identidad colectiva e individual, con la fantasía y con la magia; el hecho de dar nombre a los hijos es un asunto sumamente complejo que, aunque con la abundancia de humanos que habemos se vaya deslavando y convirtiendo en asunto burocrático a cumplir para que queden inscritos en el registro, no ha dejado del todo al aire sus raíces. Para los progenitores, el nombre de su creatura define el aprecio que se tienen, la idea que comparten del mundo y las expectativas que les crea el nuevo ser que han engendrado. La que acoge a los desesperados, el que salvará a los hombres del mar, el enviado a las montañas, la suplicante de las olas, y cosas por el estilo son las etimologías de montones de nombres antiguos y expresan esperanzas y conjuros propiciatorios. Cuando en español actualmente les ponemos a nuestros hijos, Rodrigo, Jimena, Diego, Elvira o Martín, estamos evocando para ellos y para la vida que les deseamos una condición histórica consolidatoria, heroica, trascendente y durable. Si les ponemos Gwendolyn, José Richard, Yesenia u Otto, estamos revelando el lugar que las telenovelas han ocupado en nuestra visión del mundo.

Por otra parte, como las palabras –todas, también las que se usan para nombrar a las personas- tienen muchos valores y sentidos ocultos, habrá siempre posibilidades de juego, alteración, interpretación y modificación. Carmen señala cómo de Encarnación sacamos Encarna y de ésta Encarnita (en-carnita); en España existe tranquilamente como nombre femenino Mamen, que en México al menos, sería imposible por su directa alusión al verbo mamar, que en nuestros usos sociales no va a dar a la sana alimentación infantil sino a la genitalidad. ¿Tú quieres a Carlos o quieres a Carmela?, para los iniciados en los ritos mistéricos del albur mexicano representa una pregunta demoledora a costa de unos nombres de inocente apariencia, que por desgracia no cabe explicar aquí. Así que sigue sin parecerme oportuna la intervención de las leyes en el tema de los nombres propios; o en todo caso, la ley podría centrarse en los asuntos de educación pública y explicarle mejor a los educandos qué cosa es el nombre de las personas y qué representa socialmente el llamarlos así o asá.

4 respuestas to “Más de nombres”

  1. pero hay de nombres a nombres… si no… mira:

    Justiniano, Luciano, Ponciano,

    Lo del albur es casi imposible de explicar. Vivo en alemania y cada vez busco maneras alternativas de hacerles entender un buen albur (por que hay de albures a albures, desde buenos y finos hasta vulgares)…Y que mejor que para nombres raros y albures nuestro chava flores!

    http://www.tusacordes.com/secciones/ver_tema.php?id=5182

    saludos

    Nadie

  2. Mariasun said

    Si claro, en México son albures, los finos quedan bien, pero he tenido la mala suerte???? o medio buena no sé, de conocer a una persona que siempre salta con alguno, soez y de mal gusto casi siempre y hacemos como que no lo hemos oído, pero sigue y sigue, es muy molesto.Aquí también sabemos hablar con segundas y hasta con terceras… y nos comprendemos,pero hay que buscar el momento ya que muchas veces no es el oportuno.
    Me gusta muchísimo Chava Flores, por cierto, a mi marido le gusta cantar «Mi chorro de voz».
    Hablando de nombres,conocimos a un señor llamado Armando Guerra.
    Besos

  3. Esto no es, o sería, exclusivo de Venezuela.

    En España, si no mal recuerdo, existe una reglamentación que permite a los jueces rechazar el registro de un recién nacido si los padres no pueden probar la existencia previa del nombre que le quieren poner.

    Me viene a la mente una nota de Nikito Nipongo, en la que apuntaba que el ex-gobernador de Tabasco, Tomás Garrido, había llamado a uno de sus hijos Lucifer, y ponía otros ejemplos de nombres inusuales, como los de los ocho hijos del chiapaneco don Patrón Miranda que llevaban por nombre Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco, Seis, Siete y Siete Bis, y los casos de Frankestein Nuricumbo Jr. y su padre Frankestein Nuricumbo Sr., Bacina y los hermanos tabasqueños Cafiaspirina y Mejoral.

    Saludos.

    Jesús Olague
    Zacatecas, México
    http://jholaguepersonal.blogspot.com

  4. Paty Ordóñez said

    Para tu acervo de datos inútiles:
    En un poblado de Yucatán una pareja le puso por nombre a su hija el de «Clítoris», porque al padre se le imaginó que era una diosa griega con muchas virtudes…
    Se dan casos…

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